Cuando empecé a construir mi primera moto hace unos cinco años, mi plan era sencillo: montar un motor. Pero a medida que profundizaba en la mecánica, me di cuenta del infinito potencial de mejora de cada componente. Lo que empezó como un proyecto de motor se convirtió en una búsqueda de la perfección, en la que cada pieza añadida tenía que ser una auténtica mejora respecto a la original.
En esta búsqueda de la excelencia, destacaba un reto: encontrar los retrovisores perfectos. Mi objetivo era un estilo restomod (OEM+) en el que la moto pareciera de fábrica, pero con mejores prestaciones en todos los sentidos. Busqué en el mercado retrovisores que no sólo fueran diferentes, sino realmente mejores que los originales. La mayoría de las opciones eran una decepción, llenas de componentes de plástico que parecían una rebaja tanto en calidad como en funcionalidad.
Como diseñador industrial, quería incorporar piezas que fueran objetivamente superiores. Fue entonces cuando descubrí los espejos mo.view de motogadget, concretamente el mo.view spy. Estos retrovisores son una obra maestra: sin cristal, fabricados en aluminio CNC con un acabado literalmente de espejo. La visibilidad es inigualable, superando a los espejos de cristal tradicionales, y la construcción totalmente metálica significa que no hay riesgo de que se rompa el cristal en caso de accidente.
Integrar estos retrovisores en mi proyecto era una obviedad. Eran la personificación del espíritu de mi proyecto: cambiar sólo lo que mejorase objetivamente la moto. Los retrovisores mo.view no solo cumplían esta norma, sino que también mejoraban la estética y las prestaciones de la moto.
Al final, los retrovisores mo.view de motogadget se convirtieron en una parte fundamental de mi construcción, un testimonio de la filosofía de que si vas a mejorar, hazlo con lo mejor. Es este compromiso personal con la calidad lo que transforma tu moto de un simple proyecto de patio trasero en tu propia obra maestra.